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Pan para hoy, hambre para mañana: ¿Por qué incluir criterios de sustentabilidad en nuestros proyectos?

Pan para hoy, hambre para mañana: ¿Por qué incluir criterios de sustentabilidad en nuestros proyectos?

Rodrigo Rojas Goldsack

Arquitecto, socio fundador oficina de arquitectura R-estudio e inmobiliaria Barrio Vivo.

Inevitablemente, los seres humanos privilegiamos el bienestar presente al futuro. Como ejemplo, basta con ver la popularidad que han tenido los retiros de los fondos de pensiones, pese a estar consumiendo nuestros ahorros para la jubilación, pese, incluso, a que el Banco Central haya advertido que se disparará la inflación. Es que el futuro parece estar, a veces, demasiado lejos, ser problema de otros.

Y no es el único ejemplo. En las noticias, también podemos constatar cómo los efectos del cambio climático se viven en cada rincón del planeta y lo poco que estamos haciendo como sociedad al respecto. Lamentablemente, no se trata de periodismo hiperbólico o de panfletos ambientalistas. De hecho, en agosto recién pasado, la IPCC (The Intergovernmental Panel on Climate Change), panel de la ONU a cargo de monitorear el cambio climático, emitió un informe preocupante en este sentido. De acuerdo a la investigación de este grupo de expertos, las concentraciones de CO2 del 2019 fueron las más altas en los últimos 2 millones de años y, contra las esperanzas de muchos, un alza de 1,5° Celsius parece ser algo inevitable para mediados de siglo. El panel va más allá y advierte que de no aplicarse “medidas inmediatas, contundentes y a gran escala para reducir la emisión de gases de efecto invernadero”, nos encaminamos a un aumento de 4° C a fin de siglo, lo que implicaría una devastación generalizada de muchos ecosistemas y un riesgo inaceptable para la humanidad.

La pregunta cae, entonces, de cajón: ¿qué medidas inmediatas, contundentes y a gran escala estamos tomando como sociedad para evitar esta “inflación climática”? Es verdad que en los últimos años hemos vivido ciertos cambios culturales que nos esperanzan y es notable el liderazgo que Chile ha tomado en algunas materias como energías renovables. Pero ¿Es esto suficiente?

El problema parece ser el mismo que el referido a las pensiones: el futuro está demasiado lejos, es demasiado intangible… y si queremos hacer algo, el costo tenemos que pagarlo hoy… -No sé si se paga- dirán muchos.

Es curioso, porque en materias como la seguridad social existe consenso. Independiente del sistema que se tenga, individual o colectivo, todos coinciden en algo: Es necesario “imponer” una carga de ahorro en el presente, para enfrentar las necesidades financieras futuras. Es que hemos aprendido de la historia: De otra forma, casi nadie lo hace… y pagar el costo después es demasiado caro. Pero en relación al cuidado del planeta, “nuestra casa común”, como la llamó el Papa Francisco en su encíclica Laudato si’, parece que no hubiera tanto consenso… y el tema no es menor, porque a diferencia de lo que sucede con la seguridad social, según la opinión de nuestro “Banco Central” del medio ambiente (la IPCC, el panel oficial de la ONU), puede ser que no tengamos tanto tiempo para aprender de nuestros errores.

Ante esto, parece inevitable asumir la responsabilidad que tenemos como industria en relación al cuidado del medio ambiente. Y no es poca: Aproximadamente un 39% de la energía [1]-relacionada con emisiones de CO2- que consumimos en el planeta, está ligada a la industria de la construcción o a las condiciones de habitabilidad de nuestras construcciones.

Es verdad que subir el estándar de nuestras edificaciones implica un costo adicional (más o menos considerable dependiendo del tipo de proyecto) y es cierto que parte de la sociedad aún no está dispuesta a asumir ese sobre costo en los precios de las viviendas (o equipamiento) que compramos.  Es por esto que son tan importantes los incentivos que el Estado o el mundo privado puedan entregar y, aunque se han hecho algunos esfuerzos como los que canaliza la CVS[2], está claro que aún queda mucho por hacer[3]. Pero, cuidado, nada será suficiente, si nosotros no cambiamos la manera de pensar nuestros proyectos. Para esto, los invito a hacer un poco de “ciencia ficción”, preguntémonos: ¿Qué depara el futuro con el tema de la sustentabilidad?

Es posible proyectar que, en la medida en que aumente la educación y la presencia comunicacional, aumentará también la valoración de nuestros clientes por el tema. Esto ya está pasando. Por otra parte, incentivos como los de la CVS u otros, sumados a mejoras tecnológicas (como las que han vivido los paneles solares) permitirán bajar los costos asociados. ¿Y qué pasa si aumenta la valoración y bajan los costos?… ¡Puedes subir los precios o mejorar tu velocidad de venta! Parece que cada día va a ser mejor negocio “ser verde”.

Pero como a todos nos gusta hacer buenos negocios, al tiempo, la “innovación verde” se convertirá en el estándar de la industria y entonces la magia de la competencia equilibrará los precios. El principio que está detrás es básico: en la innovación, el precio se anexa al valor agregado, pero llegando al estándar, la sana competencia hace que vuelva a anexarse al costo. El asunto es que “el camino a la sustentabilidad” es una escalera con muchos peldaños de innovación (porque siempre podremos hacerlo mejor), entonces, si creemos que la sustentabilidad llegó para quedarse, la pregunta ya no parece ser si incorporar o no elementos de sustentabilidad en nuestros proyectos, la pregunta es más bien ¿cuándo lo vamos a hacer?: ¿Queremos ir adelante, capitalizando la innovación, o queremos “ir a la cola” persiguiendo al mercado?

En conclusión, parece necesario y urgente situar las variables de sustentabilidad en el corazón de nuestros proyectos, aunque esto tenga un costo más alto. Tenemos que ocupar nuestra creatividad y nuestra fuerza empresarial, para “encontrarle la vuelta” al tema y subir el estándar sin dejar de hacer proyectos rentables. A eso nos dedicamos. De otra forma, puede ser que sin darnos cuenta, así como como ha sucedido con las pensiones, estemos hipotecando el futuro para ahorrarnos unos pesos en el presente. Y ya conocen el dicho: eso parece ser ”pan para hoy, hambre para mañana”.

[1] Fuente: CChC en base a IEA (2017), Estadísticas y balances energéticos mundiales, IEA/OCDE, París, www.iea.org/estadisticas.

[2] La Certificación Vivienda Sustentable empujada por el MINVU por medio de la CETEC, define criterios objetivos para clasificar la sustentabilidad de un proyecto y promueve incentivos a la demanda como los créditos hipotecarios verdes.

[3] Mejores tasas para financiar los proyectos desde la banca o incentivos a la oferta por medio de premios en condiciones urbanísticas, son algunas de las cosas que pueden explorarse.

Publicado en CVS 

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